El Grupo Municipal 'Torrelavega Sí' se congratula de que, al fin, el equipo de gobierno contemple la posibilidad, siempre defendida desde esta formación, de que el aparcamiento de La Carmencita no sea totalmente gratuito para cuantos vehículos deseen utilizarlo. Este partido defiende un coste de utilización ponderado, muy bajo en el primer tramo de la estancia, y en cualquier caso en precios inspirados por la sostenibilidad económica del mismo y no por un carácter lucrativo para las arcas municipales.
Torrelavega Sí ya expuso en su momento que, a su juicio, resultaba, cuanto menos frívolo, hacer gratuito el disfrute de la instalación municipal del aparcamiento de La Carmencita. De una parte por que una infraestructura de este tipo está sometida a un gran desgaste con el uso diario al que se ve expuesta, lo que acarrea elevados costes de mantenimiento. Algo a lo que también hay que añadir los gastos inherentes a cualquier servicio de uso público de este tipo como luz, limpieza o vigilancia. Un coste que, de ser gratuito el servicio, correría a cargo de todos los ciudadanos, independientemente de que utilizaran la instalación o de que, incluso, ya hicieran pagos por un servicio similar vía tasa de Vados o por tener en propiedad o alquilada una plaza de garaje. Todo lo cual resultaría ciertamente injusto.
Esta necesidad de tener que implantar una pago en los aparcamientos municipales acaba de ser objeto de debate en la capital regional, con un resultado parejo, y en base a similares argumentaciones a las que ahora propone Torrelavega Sí, y donde el equipo de gobierno apuesta decididamente por imponer un coste por el uso del parking de El Sardinero. "Así que, por una vez, y sin que sirva de precedente, aprendamos de nuestros mayores".
Por último, Torrelavega Sí insiste en la necesidad de controlar, mediante el sistema que responsables técnicos y políticos consideren oportuno, la rotación de plazas en el aparcamiento de La Carmencita. Este partido considera de capital importancia que aquel no sea considerado como el garaje de los habitantes de un determinado barrio de la ciudad o un depósito de vehículos donde no tardan en aparecer carrocerías cubiertas de gruesas capas de polvo o carteles de 'Se Vende'.