Hace 40 días, ante la grave situación sanitaria que ya se veía venir, 18 trabajadores de la residencia de discapacitados adultos Fernando Arce de Torrelavega tomaron una decisión: cerrar las puertas del centro y quedarse dentro cuidando a 40 personas dependientes, muy vulnerables y considerados de riesgo. Cerrar las puertas al virus fue la mejor manera de protegerles de los contagios.
Para estos trabajadores, que ya forman parte de esos muchos héroes que afortunadamente han dado la cara en esta pandemia, la decisión de aislarse supuso un doble confinamiento, sin contacto con el exterior, y sin poder ir a casa con sus familias.
Hoy, 7 de estos trabajadores, la mayoría mujeres, han salido por fin a la calle dando el relevo a otros 7.
La Fundación Asilo abrió las puertas de la nueva unidad de atención a personas con distintas discapacidades en 2016 –Residencia de Atención Básica Fernando Arce-2–, un complejo que incluye 90 apartamentos tutelados, un centro de día y talleres ocupacionales para personas con distintos grados de discapacidad de leves y severos.
En este centro viven actualmente, 56 personas de manera permanente, afectadas por distintos grados de discapacidades psíquicas, físicas e intelectuales, que vienen acompañadas frecuentemente de otras patologías asociadas.
Con la declaración del estado de emergencia, la institución informó a las familias de la situación, 17 de las cuales decidieron trasladarles a sus domicilio particulares, quedando al cuidado de la institución 40 personas, con edades comprendidas entre 18 y 70 años, con un sistema de vida y una necesidades de cuidados muy precisos.
Ante esta situación, y en aras de proteger al máximo a estas personas, se solicitó a los trabajadores que les atienden diariamente, voluntarios para hacer un confinamiento perpetuo con los residentes librándoles así de todo contacto con el exterior, aislamiento que ha dado el resultado exitoso de que no haya habido ningún contagiado por culpa de la pandemia.
